J. BAUER
(2.013), La violencia cotidiana y global, Barcelona,
Plataforma
Agustín Ortega Cabrera
Estamos ante un libro para ser leído y
reflexionado con calma, que no dejará indiferente. Su autor es un acreditado
neurólogo, profesor universitario e investigador, que en esta obra realiza un
estudio e investigación seria, cualificada y profunda sobre la realidad de la
violencia. Frente a la antropología e ideología neoliberal del individualismo
posesivo, del “gen egoísta” popularizado por Dawkins,
el autor, siguiendo entre otros lo más valioso de la obra de Darwin, estudia
como el ser humano está constituido bio-psicológicamente por la colaboración y
cooperación con los otros. La persona está movida o motivada, animada por el
sentido de dignidad y justicia con los otros. Aquí se abre todo un dialogo fecundo
con la filosofía y teología. Ya que la cosmovisión cristiana del ser humano nos
presenta, de forma similar, a las personas, como imagen y semejanza de Dios,
que en su entraña son bondad, amor y justicia hacia los otros, seres
comunitarios, sociales y éticos. Cuando se atenta contra este sentido de
solidaridad y justicia, se causa daño y se margina al otro, entonces, se
produce la agresividad que, si no es encauzada correctamente, puede desatar la
violencia.
La
agresividad o ira se manifiesta como señal ante esta violencia que daña y
margina al otro, es un signo de querer vivir y convivir de forma adecuada,
digna y justa. Si esta violencia persiste, y si no se regula bien la
agresividad como respuesta o signo controlado ante esta, la violencia se
reproduce y expande, en una espiral sin fondo. En sintonía con lo más valioso
del pensamiento y filosofía, de las ciencias sociales y teología, como la
latinoamericana, vemos que la primera y más grave violencia es la
socio-estructural. Esto es, esas relaciones humanas y sociales con sus
estructuras políticas y económicas que dañan, oprimen y excluyen a las personas
y pueblos. El autor ha visto, de forma lúcida, que ya en la revolución neolítica
y actualmente con el capitalismo: la dictadura del economicismo, del mercado y
beneficio como ídolos, provoca toda una espiral de agresividad descontrolada y
violencia.
Ante
este economicismo que causa la injusticia, desigualdad y, como consecuencia, la
violencia, el ser humano a lo largo de su historia ha establecido unos códigos
éticos y morales que le hagan frente. Vemos, pues, que el autor, en lo más
valioso y global de su planteamiento, nos presenta una antropología integral
donde lo físico-psíquico se inter-relaciona con lo cultural y moral, frente a relativismos
e integrismos varios. Y es aquí, en esta capacidad de generar humanización y
vida ética, donde el autor presenta y valora las religiones como caudal de
moral y espiritualidad que promueven la paz, la solidaridad y la justicia. Lo
que conlleva todo un dialogo inter-cultural e inter-religioso, que haga posible
una ética común (global) y un compromiso social compartido, para buscar unas
relaciones familiares, sociales e internacionales justas y fraternas lejos de
toda injusticia y violencia. La actual desigualdad e injusticia social y
global, donde unos pocos ricos acaparan, cada vez más, la mayor parte de los
bienes a costa del empobrecimiento y exclusión de la mayoría de los seres
humanos: es el caldo de cultivo de la violencia y guerras.
Todo
esto lo ha enseñando muy bien, desde
siempre, el pensamiento social y moral judeo-cristiano que entiende la paz como
fruto de la justicia con los pobres, del desarrollo humano e integral de los
pueblos, de la solidaridad fraterna, política e internacional, que transforma
las relaciones y estructuras de mal e injusticia. No hay paz allí donde existe
desigualdad e injusticia social-global, donde no se respetan los derechos
humanos y sociales, donde no se promueve un desarrollo humano, justo y digno para
los pueblos. Como nos muestran los estudios sociales, las sociedades y pueblos
con más armonía, salud integral y felicidad son aquellos donde hay más justicia
e igualdad, con unas políticas públicas y sociales más avanzadas, con más
equidad en el reparto de los bienes y recursos.