martes, 1 de mayo de 2012

Nota-resumen sobre la sesión del 24 de abril dedicada a El tiempo que resta de Agamben

Por Daniel Barreto y Juan Francisco Comendador

Las exposiciones y el debate se concentraron en tres ámbitos: a) la última pregunta que habíamos formulado para la sesión: «¿Qué relación hay entre el «como no» (hos me) mesiánico y lo que Agamben llama la “fidelidad a lo inolvidable”?», que puede identificarse con la primera cuestión sobre el sentido de la vida mesiánica en Pablo; b) La secularización del mesianismo en la política; c) en qué sentido esta forma de comprender el mesianismo implica una alternativa a las filosofías de la historia.

a) La llamada (vocación) mesiánica cancela pretensión definitiva de toda vocación (profesión) mundana, social, jurídica. La vida mesiánica es la esperanza de redención para lo inolvidable. Lo inolvidable no es lo presente en la memoria, lo consciente, sino lo que no puede hacer presente de manera total en la memoria. Es inolvidable porque no pertenece al orden de la memoria consciente. Lo inolvidable nombra la vida frustrada en el pasado de la que nadie es enteramente consciente. La fidelidad a lo inolvidable es lealtad a una tradición de interrupciones. Esa lealtad funciona como crítica del presente y de toda apropiación definitiva de identidad. La vida mesiánica vive sabiendo que el mundo no es definitivo ni autosuficiente. El «como no» significa que la realidad no está completa sin la justicia debida a todos los hombres o sin la salvación de la creación. El «como no» es el signo mesiánico de esperanza en la redención. Su fuerza no está en la afirmación de un ideal opuesto a la historia (no es un “como si”), sino en la visibilización del sufrimiento.

b) La revolución burguesa implica la desaparición de los estamentos (Stände) y su sustitución por clases (Klassen). Se atribuye al joven Marx la teorización de este cambio. Ese paso significa la desconexión entre individuo y su función/lugar en el orden social. El proletariado es la clase que hace visible la pura contingencia y artificialidad de la división social, es la clase que no es una clase, sino el proyecto de desaparición de las clases sociales. La secularización del mesianismo aquí significa la traducción del “como no” (hos me) a la desactivación del orden social injusto como definitivo o natural. Otra interpretación secularizada del mesianismo: la noción de «revuelta» en Max Stirner. Si la revolución busca derrocar las instituciones presentes y sustituirlas por otras nuevas, la revuelta consiste en apartarse del poder establecido, de volver inoperante la relación dialéctica con el poder. La revuelta es aquí una versión secularizada del “como no” mesiánico, de la separación y no reconocimiento del poder sin la oposición de una nueva institución.

c) ¿Cómo afecta el tiempo mesiánico al tiempo histórico? ¿Supone la comprensión del mesianismo propugnada por Agamben la cancelación de toda filosofía o teología de la historia? La existencia mesiánica, ¿comporta la renuncia a formular una teología de la historia? Los misterios del cristianismo (Creación, Encarnación, Redención) han sido captados mediante una teología de la historia, pero ¿es esta la única manera de percibir o acceder a estos misterios? Agamben propone en el fondo una teología de la historia libre de andamiajes metafísicos, desde lo contingente. El testimonio de lo inolvidable en cuanto inolvidable —momento escatológico— adviene en el tiempo mesiánico, un tiempo cualitativamente diverso del cronológico. La teología de la historia está presente, con toda su potencialidad de sentido, pero no se entiende desde una comprensión newtoniana del tiempo, esto es, una comprensión que reduce el tiempo a espacio.

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