viernes, 18 de mayo de 2012

¿Cómo entiende Agamben la universalidad paulina?

Juan Francisco Comendador y Daniel Barreto

«¿Cuál es el interés de esta “división en la división”? ¿Por qué me parece tan importante el aphorismós paulino? Ante todo porque obliga a pensar de un modo nuevo la cuestión del universal y del particular, no sólo en la lógica, sino también en la ontología y en la política» (El tiempo que resta, 57).
Pensar la universalidad. El concepto moderno de universalidad significa una identidad que trasciende las diferencias particulares. La concepción paulina, en cambio, no exige la supresión de éstas en aras de un universal subyacente que es común a todas ellas. Pablo neutraliza la división nomística judíos / no-judíos, con una «separación» ulterior – carne / espíritu -. Esta estrategia no elimina, sino que neutraliza la división al establecer una distancia entre la identidad que la división genera (judíos) y ella misma.

Esta distancia que emerge a la luz del evento mesiánico se configura como un resto, que justamente es llamado «resto mesiánico». Este resto no constituye una porción numérica, ni se identifica con el pueblo de Israel, sino que es «la consistencia o la figura que Israel asume respecto a la elección o al evento mesiánico. Pero éste no es ni el todo ni la parte, sino que significa la imposibilidad para el todo y la parte de coincidir consigo mismo o entre ellos. En el instante decisivo el pueblo elegido –todo pueblo- se constituye necesariamente como un resto, como un no-todo» (p. 60, la cursiva es del autor). Esta imposibilidad de coincidencia consigo mismo acarrea una revisión de las nociones de pueblo y democracia.
Ni el resto ni el tiempo mesiánico son magnitudes cuantitativas, numéricas. Ni pertenecen ni guardan una relación inclusiva con el eschaton (el tiempo mesiánico no se confunde con una escatología realizada, no es un «ya, pero todavía no»). Hay una diferencia entre tiempo mesiánico y tiempo escatológico. El resto se constituye en el tiempo mesiánico «y existe sólo en él. En el final, en el telos, cuando Dios sea “todo en todos” (1Cor 15, 28), el resto mesiánico no tendrá ningún privilegio particular, y habrá agotado su sentido para perderse en el pléroma» (p. 61)





¿Qué supone esta lectura de la noción de universalidad en Pablo para la comprensión de la Iglesia en cuanto katholiké? Queda excluida la comprensión de la universalidad en términos geográficos. Por otro lado, la Iglesia, en cuanto comunidad mesiánica, aspira a identificarse con el resto mesiánico, que marca constitutivamente una distancia con toda identidad, que no forja identidad nueva alguna. ¿Puede sostenerse esta paradoja inherente a la expresión “identidad cristiana”? Estos interrogantes son radicales, en el sentido literal de la palabra, lo que nos previene de un irenismo fácil e irreflexivo

La renuncia a contemplar el presente desde la perspectiva del futuro, dominada por el eschaton, no significa la exclusión del tiempo escatológico, la cancelación del horizonte escatológico en el que Dios será “todo en todos”.

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