jueves, 29 de marzo de 2012

Joaquín de Fiore, ¿teórico de la secularización?

por Juan Franscisco Comendador

No son pocos los pensadores contemporáneos de la secularización que invocan la autoridad de Joaquín de Fiore y su doctrina del Evangelio Eterno, del advenimiento de la Edad del Espíritu, para justificar teológicamente la secularización como un fenómeno propiamente cristiano, esto es, como un acontecimiento provocado por el mismo cristianismo, que contiene en sí un potencial secularizador imparable.
Dos son los pilares de la teoría joaquinita: la estructura tripartita de la historia – Edad del Padre / creación / ley; Edad del Hijo / redención / sacerdotes; Edad del Espíritu / glorificación / contemplativos- y la progresiva expansión de la libertad. No importa tanto la genealogía teológica de estas ideas cuanto la reinterpretación que de ellas se harán en la Modernidad. Hay una conexión innegable entre la teología de la historia de Joaquín y las modernas filosofías de la historia.
Joaquín deserta de la exégesis tipológica o alegórica del primer milenio, y propone la concordancia como método exegético. El Antiguo Testamento no es ya figura del Nuevo, sino que ambos constituyen una figura de la realidad que advendrá en la Edad del Espíritu, una edad que aparecerá en este tiempo y sobre esta tierra.
¿Cómo se ha de interpretar la Edad del Espíritu? Es preciso distinguir dos líneas de interpretación. Por un lado la de quienes releen la doctrina joaquinita y se sirven de ella como sustrato teórico de sus propios enunciados (La posteridad espiritual de Joaquín de Fiore, de Henri de Lubac, recoge la historia de esta línea de interpretación). Por otro lado la de quienes se esfuerzan por entender lo que Joaquín quiso exactamente decir, desbrozando el corpus joaquinita de cualquier hermenéutica posterior. Las opiniones acerca del sentido de la edad del espíritu, tal como la entendió Joaquín, oscilan desde la comprensión de aquella como un verdadero periodo histórico a una visión tropológica de este tiempo, lo que la convertiría en una imagen de una experiencia espiritual, dejando de ser una etapa de la historia que ha de venir.
No obstante exista una evidente conexión entre la teoría joaquinita y las modernas teologías de la secularización, ha de precisarse que para Joaquín ésta era impensable en cuanto proceso histórico. Pensar a Dios como inmanencia radical era sencillamente imposible para un hombre de su tiempo. Su doctrina ha de entenderse en el marco de la reforma de la Iglesia, y va encaminada en gran medida a incentivarla.

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