jueves, 6 de marzo de 2014

Reseña de "La violencia cotidiana y global", de J. Bauer


J. BAUER  (2.013), La violencia cotidiana y global, Barcelona, Plataforma

Agustín Ortega Cabrera

Estamos ante un libro para ser leído y reflexionado con calma, que no dejará indiferente. Su autor es un acreditado neurólogo, profesor universitario e investigador, que en esta obra realiza un estudio e investigación seria, cualificada y profunda sobre la realidad de la violencia. Frente a la antropología e ideología neoliberal del individualismo posesivo, del “gen egoísta” popularizado por Dawkins, el autor, siguiendo entre otros lo más valioso de la obra de Darwin, estudia como el ser humano está constituido bio-psicológicamente por la colaboración y cooperación con los otros. La persona está movida o motivada, animada por el sentido de dignidad y justicia con los otros. Aquí se abre todo un dialogo fecundo con la filosofía y teología. Ya que la cosmovisión cristiana del ser humano nos presenta, de forma similar, a las personas, como imagen y semejanza de Dios, que en su entraña son bondad, amor y justicia hacia los otros, seres comunitarios, sociales y éticos. Cuando se atenta contra este sentido de solidaridad y justicia, se causa daño y se margina al otro, entonces, se produce la agresividad que, si no es encauzada correctamente, puede desatar la violencia.

La agresividad o ira se manifiesta como señal ante esta violencia que daña y margina al otro, es un signo de querer vivir y convivir de forma adecuada, digna y justa. Si esta violencia persiste, y si no se regula bien la agresividad como respuesta o signo controlado ante esta, la violencia se reproduce y expande, en una espiral sin fondo. En sintonía con lo más valioso del pensamiento y filosofía, de las ciencias sociales y teología, como la latinoamericana, vemos que la primera y más grave violencia es la socio-estructural. Esto es, esas relaciones humanas y sociales con sus estructuras políticas y económicas que dañan, oprimen y excluyen a las personas y pueblos. El autor ha visto, de forma lúcida, que ya en la revolución neolítica y actualmente con el capitalismo: la dictadura del economicismo, del mercado y beneficio como ídolos, provoca toda una espiral de agresividad descontrolada y violencia.
 
Ante este economicismo que causa la injusticia, desigualdad y, como consecuencia, la violencia, el ser humano a lo largo de su historia ha establecido unos códigos éticos y morales que le hagan frente. Vemos, pues, que el autor, en lo más valioso y global de su planteamiento, nos presenta una antropología integral donde lo físico-psíquico se inter-relaciona con lo cultural y moral, frente a relativismos e integrismos varios. Y es aquí, en esta capacidad de generar humanización y vida ética, donde el autor presenta y valora las religiones como caudal de moral y espiritualidad que promueven la paz, la solidaridad y la justicia. Lo que conlleva todo un dialogo inter-cultural e inter-religioso, que haga posible una ética común (global) y un compromiso social compartido, para buscar unas relaciones familiares, sociales e internacionales justas y fraternas lejos de toda injusticia y violencia. La actual desigualdad e injusticia social y global, donde unos pocos ricos acaparan, cada vez más, la mayor parte de los bienes a costa del empobrecimiento y exclusión de la mayoría de los seres humanos: es el caldo de cultivo de la violencia y guerras.

Todo esto lo ha enseñando muy  bien, desde siempre, el pensamiento social y moral judeo-cristiano que entiende la paz como fruto de la justicia con los pobres, del desarrollo humano e integral de los pueblos, de la solidaridad fraterna, política e internacional, que transforma las relaciones y estructuras de mal e injusticia. No hay paz allí donde existe desigualdad e injusticia social-global, donde no se respetan los derechos humanos y sociales, donde no se promueve un desarrollo humano, justo y digno para los pueblos. Como nos muestran los estudios sociales, las sociedades y pueblos con más armonía, salud integral y felicidad son aquellos donde hay más justicia e igualdad, con unas políticas públicas y sociales más avanzadas, con más equidad en el reparto de los bienes y recursos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario